Por Lionel Funes/Poder y Partidos
Le encontró una madre buscadora, que a golpe de desesperación ingresó en aquel predio buscando indicios de su ser amado, desaparecido mucho tiempo atrás.
El zapato café desapareció -junto con su dueño- tiempo atrás por alguien que violentamente le arrinconó y quitó la vida; tal vez por ganarse unos pesos, tal vez por una dosis de droga o quizá sólo por pasar la prueba que los sicarios le impusieron para “graduarse” como profesional del mal.
Ese zapato es una “pista” para algún investigador; un “ícono” de la tragedia nacional para algún fotógrafo, “basura” para otros.
Para mí, representa la deshumanización de nuestra sociedad, que es violenta, que es cruel y que es asesina.
Ese calzado, del número siete, -o de cualquier otra medida- representa para aquella madre, novia, esposa, amigo o hijo, el último recuerdo de alguien que ya no está.
Ya no está. Su vida ha sido arrebatada por quienes en los hechos dan culto a la muerte, sin importar la desdicha que ocasionan a la familia y a la sociedad misma.
Esos zapatos ya no caminaran rumbo al encuentro con la familia. Ya no caminarán llevando alimentos a la casa. Ya no caminarán o correrán presurosos al encuentro con la novia amada. Ya no cargarán al hijo o al pequeño sobrino que jugaba con el dueño. Ya no.